viernes, 14 de diciembre de 2007

interpol - turn off the bright lights


Interpol es una de esas bandas que pueden hacer que uno pierda gran parte de una noche de tragos discutiendo con los compas sobre a cúal banda se parece más. Es probable que los nombres de Joy Division, Echo & The Bunnymen, Bauhaus y The Smiths salgan a relucir. Para la tercera ronda la discusión tal vez tienda menos a las comparaciones, y más hacia los aportes únicos y las innovaciones que la banda trae a su género y a su momento histórico. Para el final de la noche (si lo medimos en picheles sería por ahí del quinto) cualquier tipo de cinismo y objetividad es probable que haya desaparecido, y lo único que queda es un amor terrible y trágico por la banda que pudo hacer un disco tan frágil y hermoso como Turn On The Bright Lights posible.


El disco abre con la atmosférica Untitled que lo envuelve a uno con ecos de guitarras hipnóticas y lo entrega suavemente a los brazos de Obstacle 1. Obstacle 1 es la primera gran pieza de este album, donde uno puede detectar la fuerza y ambición que está reventando dentro de esta banda, y que además le anuncia a uno que lo que está por venir no es un disco cualquiera. Obstacle 1 varía de una sección a otra, donde la banda dispara ideas brillantes cada treinta segundos, ideas que muchas bandas usarían para hacer un disco entero.


El tono melancólico se mantiene a través de NYC, para luego reventarle a uno en la cara con la creciente tensión de PDA donde la tristeza se convierte en otra cosa, en algo distinto. Say Hello To The Angels con su percusión galopante recuerda el ritmo tan característico de bandas de Nueva York históricas como Talking Heads y Ramones o a Iggy Pop cuando tocaba en el CBGBs a finales de los setentas. Luego la banda nos sumerge en otro momento de fragilidad con Hands Away, seguida por la ingeniosa canción de amor Obstacle 2, donde la banda nos impulsa a punta de bajo a seguirles la pista y a tratar de mantenerles el ritmo.


En este punto, cuando uno ya está emocionalmente exhausto, es cuando se amarran todas las subcorrientes de tristeza, melancolía y desesperanza del disco en la efectiva pretensión de Stella Was A Diver And She Was Always Down. La canción es devastadora desde el inicio, cuando Paul Banks monótonamente la anuncia con ese escalofriante título como si estuviera presentando descuidadamente a un amigo. El tema de indiferencia y hermetismo en la mujer amada, la estructura melódica que lo carga a uno a través de ánimos oscilantes, los impotentes gritos de "Stella I love you" que se repiten hacia el final que terminan por partirle a uno el corazón, la vuelven el eje central hacia el cual construye el LP.


Despues de eso no se puede más, pero nadie le dijo eso a los de Interpol. La guitarra que abre Roland recuerda un poco a Daniel Ash, pero rápidamente entra a territorios sónicos nuevos aunque familiares, y rescata un poco de los abismos engendrados por Stella. Baterías catárticas y lluvias de guitarra lo preparan a uno para terminar el viaje con cierta fortaleza. La sigue The New, talvez la canción con una estructura pop más familiar, casi cálida y reconfortante hasta que estalla en un implacable pasaje instrumental. El disco cierra con Leif Erikson (el nombre vikingo es del primer europeo en llegar a tierras americanas en 1001 AD), una obra delicada y reservada y profundamente conmovedora que sutilmente nos devuelve al punto de partida.




1 comentario:

Esquimal dijo...

El mejor disco en lo que llevamos de siglo XXI?
Estoy enamorado de el.